El Poeta
Quise decir: el cielo tiene envidia de los de abajo,
Y lo dije y lo entendí , porque nosotros,
Los de abajo, somos de carne y de hueso y hemos encendido
el aire no con promesas sino con el calor del cuerpo,
Con el esqueleto caminante, con la sed de un día
Que fue y será de aquí, de los de abajo. No queremos
La sabiduría de los de arriba, ni sus ideas sublimes,
Ni sus ángeles uniformados. A los de abajo nos gustan
Los jergones sucios, la concupiscencia, la carne en el asador.
Allá los de arriba con su moral para huérfanos y su deleite en la Idea
Suprema del Bien. Nosotros, los de abajo, nos conformamos con menos
Y somos, bien sabemos que somos sencillos y felizmente delirantes
Con nuestras promesas simples y nuestras rarezas cotidianas.
Qué alegría ser de los de abajo, siempre con un verso en la boca
O un pan debajo del brazo, la risa sin medir y cierto desparpajo.
Para los de arriba todo es certeza numerada, y ciertos silencios renombrados
Soy de los de abajo,
Y es por eso que amo y que muero así, sin más.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 18 de septiembre de 2012

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