El Poeta
Cuando cayó el telón esperé a Godot
Una hora más sentado en mi butaca, y fue
Que se apareció con breves poemas
Surrealistas y absurdos; él mismo volvió
A abrir el telón y se le antojó hacer piruetas
Sobre el escenario, luego tomó de la mano
A Samuel Beckett, que quedó estupefacto.
¿Quién lo diría? ¡Godot encontró a Beckett!
De nuevo lo horriblemente cómico en juego
Como en el mismísimo teatro del mundo.
Si ambos personajes no se hubieran encontrado,
Si yo no hubiera permanecido en mi butaca nº 9
Esperando a Godot, ésta seguiría siendo magnífica literatura,
Pero Vladimir y Estragon tal vez se hubieran movido
En el final de la obra o se hubieran suicidado. Ahora
Estamos los cinco esperando a ver quien se explica
Primero, o si hemos de esperar a otro Godot,
O no nos resulte ya tan extraña la soledad y la muerte.
 
Francisco Aranda Cadenas
Málaga, a 19 de enero de 2013


Pergolesi, Luis y Royuela

Me encontré con Pergolesi en un sueño, y le pregunté acerca de la profundidad de su música;
Me respondió amablemente y me dijo que tan sólo era sencilla, pero que ahí radicaba la dificultad.
Adiós, le dije, un placer enorme, y Pergolesi desapareció en una calesa de ébano.
Acabo de despertar y he encendido la cafetera. Resuenan en mí ecos nocturnos todavía.
Me han comentado que en Grecia se están empezando a sacar armas a la calle y me acuerdo de Luis Ontoso
Y su ‘NO a las guerras’ contenido en Libro de artista. Apuro mi café, soy un escéptico de la salvación
Del mundo a través de las artes; en realidad no creo en la salvación, pero algo en mí resuena a modo de Pergolesi
Y a ‘Balas de tiza’ de mi amigo Royuela....La música, la palabra.
                                                                                          La música, la palabra.
                                                                                                                   La música, la palabra...

Francisco Aranda Cadenas
Málaga, a 15 de enero de 2012



En resumen: no hay resumen posible para la vida,
Siquiera síntesis probable, ni amarraderas ni cuadraturas;
Sólo la vida con sus salpicaderos de barro y sus excelencias múltiples.
Es tiempo de amar, y no es una forma de resumen, tiempo para
Una revolución con claveles y soldados soltando lastre. Esta noche
Te recuerdo, encendida sobre las briznas de la hierba. Tampoco tú
Puedes ser clasificada, eso es algo verdadero como la luz y la sombra
-Siempre incomprensibles- pero que acaban por hacer mudar
Nuestra condición de seres inconsistentes cual la arcilla
Después de la tormenta. Como dice mi amiga Chabela: Nos queda aún el lugarcito
Para la esperanza. Voy a terminar este poema y a escuchar música.
Mañana será otro día para este juego noble y sutil con las palabras;
Digamos también el corazón y el pensamiento, la carnación de tus labios.


Francisco Aranda Cadenas
Málaga, a 15 de enero de 2013

La madrugada de este 9 de enero me recuerda a un tarro de tinta recién abierto.
9 de enero de 2013 con un libro de Paul Auster entre mis manos, uno de esos autores
Que parecieran ser amigos de toda la vida como dice Armando Gauna, viejo compañero
De correrías, conversas como él dice, y un sin fin de malabarismos en las calles y en las cafeterías.
Hemos llegado a una conclusión pintoresca: los demasiado cuerdos, los de elegante cordura
Nos resultan sospechosos. Habría que vernos a nosotros, palabra tras palabra, relatando
Historias orientales y de las aceras cotidianas. Ni locos ni cuerdos, hemos transitado la palabra
Con amor de artesano, con un regusto agridulce y a veces con voces de niño a la intemperie.
Recuerdo tantos y tantos días de mi infancia corriendo tras un balón; ahora corro tras de las palabras
Que me ofrezcan una nombradía del mundo; así es, así me ocurre con Armando en las madrugadas
Sobre todo, y más cuando una muchacha deja la marca de su carmín en su vaso, y luego viene otra muchacha
Y nos relata acerca de sus sueños ora tristes ora alegres, sueños sin más historia que la que ellas quieran darle.
La madrugada de este 9 de enero me recuerda a una página en blanco, pero parece ser que he escrito un poema
Y que en él, sin irme la vida, he dejado algo de mi alma y de mi deseo, y del placer de la amistad y del amor a los libros;
Las muchachas siempre se marchan con un beso robado, con el pecho descansado, y una mirada entrañada en nuestros ojos.
Francisco Aranda Cadenas
Málaga, a 9 de enero de 2013