El Poeta
La madrugada de este 9 de enero me recuerda a un tarro de tinta recién abierto.
9 de enero de 2013 con un libro de Paul Auster entre mis manos, uno de esos autores
Que parecieran ser amigos de toda la vida como dice Armando Gauna, viejo compañero
De correrías, conversas como él dice, y un sin fin de malabarismos en las calles y en las cafeterías.
Hemos llegado a una conclusión pintoresca: los demasiado cuerdos, los de elegante cordura
Nos resultan sospechosos. Habría que vernos a nosotros, palabra tras palabra, relatando
Historias orientales y de las aceras cotidianas. Ni locos ni cuerdos, hemos transitado la palabra
Con amor de artesano, con un regusto agridulce y a veces con voces de niño a la intemperie.
Recuerdo tantos y tantos días de mi infancia corriendo tras un balón; ahora corro tras de las palabras
Que me ofrezcan una nombradía del mundo; así es, así me ocurre con Armando en las madrugadas
Sobre todo, y más cuando una muchacha deja la marca de su carmín en su vaso, y luego viene otra muchacha
Y nos relata acerca de sus sueños ora tristes ora alegres, sueños sin más historia que la que ellas quieran darle.
La madrugada de este 9 de enero me recuerda a una página en blanco, pero parece ser que he escrito un poema
Y que en él, sin irme la vida, he dejado algo de mi alma y de mi deseo, y del placer de la amistad y del amor a los libros;
Las muchachas siempre se marchan con un beso robado, con el pecho descansado, y una mirada entrañada en nuestros ojos.
Francisco Aranda Cadenas
Málaga, a 9 de enero de 2013

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