El Poeta
ALFÉIZAR
He dibujado una manzana a carboncillo. Podría morderla
en este instante, pero la pondré en el frutero
de la madrugada; digamos, sobre el alféizar de aquella
ventana que no frecuentaré más, sean los mirlos
quienes la devoren.

Al igual que yo, desordenaste tu nombre. Tu sexo se secó
en parameras de diciembre, y hoy otros cabellos, húmedos,
largos y espesos, habitan mis manos.
En el collage que ahora hago a modo de jardín con palmeral
sepia, césped sepia, arbustos sepia, se ausentan los pájaros;
hay gatos que corren, carretera abajo, huyendo de un sol podrido.
Sólo los mirlos darán calor a tu habitación abandonada por los poemas.
Sólo un silencio de naufragio, de versos sin estrofas, acabará entre las sábanas.
He dibujado otra manzana ésta vez con acuarela. La muerdo, la degusto,
me expulso a mí mismo del Edén con una muchacha, cuyas palabras
son de piel y de vértebra, como una antología poética de los paisajes.
Francisco Aranda
Málaga, a 01 del 04 del 2015
En el lugar en que te nombro no existe arquitectura;
un vacío sí, una rueda que gira, el nombre de otras cosas.
Lluévese entonces la noche, lluévese entonces el día
sobre la lengua y la garganta. La piel erizada
es musgo de palabras, equinoccio de palabras,
mientras los albatros residen ciegamente en la tierra
o se apartan lúdicos en el cielo. Lugar donde te nombro,
no eres ya, jamás lo fuiste. No hay salvo una letra olvidada
en la resina de los árboles por donde caminamos juntos.

Francisco Aranda

Málaga, a 2 de marzo de 2015