El Poeta

Tú aromas los abecedarios, la conjugación
De la rabia y la ternura. Resulta ser
Que me estremece tu palabra, esa sencillez
Con que nombras. Beso tu silabario,
Me arracimo a tu verso; has madurado
Mi corazón con tu poema, con el compromiso
De tu verbo. Te miro preguntándome
¿Quién soy? ¿Quién serás? No obstante
Has creado un microcosmos que ahuyenta
La muerte al menos hasta que el silencio
Nos venza. Más allá los muertos sin palabras
Sobre las nubes grises  o bajo la tierra espesa.
Veraz y sencilla me colmas, yo que camino
Hambreante de sonidos amables, asibles, musicales.
En mi memoria te apareces como un fruto
Que retorna siempre cuando el sol poderoso
Me devuelve la sed, la vida, mi libro, mi árbol...

Francisco Aranda Cadenas

Arroyo de la Miel, a 29 de julio de 2011
                 

Se llama Flor del cerezo, o así yo la nombro.
Por entre los arrozales pasea en bicicleta con su quitasol
Y descansa en un tatami parecido a un campo de fresca hierba.
Ahora no puedo recordar el nombre de su ciudad
Mas vive cerca de Tokio, y su sonrisa es amplia como el oleaje.
A penas si fueron 2 días los que estuve con ella,
Pero recuerdo una vez me quedé dormido en su pecho;
Ella me decía cosas al oído que yo jamás comprenderé
Y sin embargo sonaban con dulzura. Es correcta y educada,
Respetuosa y hermosa como los verdes campos de su ciudad;
Ciudad cuyo nombre no recuerdo, cuyo sol y luna no recuerdo.
De ojos rasgados y labios carnosos, habla con sensatez
Y cierta sabiduría oriental. En Miyazaki, tras hacer parada
En Nakamura, junto al Pacífico, traté de olvidarla. Apareció
Un día por sorpresa con su delicado kimono de seda; me había
Compuesto una canción, traído deliciosos pasteles de arroz,
Y nueve genuinas palabras directas a este corazón mío
De exilio en exilo interior y exterior. Hube de partir:
Tokio, New York, Madrid, Málaga... Fin de trayecto.
No podré olvidarla, es imposible olvidarla, pero podríamos
Encontrarnos tal vez en Firenze o en Lisboa ahora que ella
Tiene pasaporte de ciudadana del mundo. Viajé a Japón
Por una cuestión poética y hallé un poema frutecido de luz
Con nombre de mujer, y así de tierra en tierra fui llevando
Su estela y allí donde canté me dejé el alma en su memoria.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 28 de julio de 2011
¿Quién seré yo? Me pregunto a altas horas de la madrugada;
Siquiera sé qué pensar de mí, quizá en las horas turbias
Con ron malo comprendo que soy un par de huesos,
Dos estrellas estrelladas, a la sazón una vértebra quebrada,
Y despellejado el corolario de mi corazón. En los momentos
De tierna lucidez escribo poemas en silencio, aunque a veces
Liszt me acompaña junto a Mahler: son momentos especiales
En los que aún sigo sin descubrirme, pero yo no soy un discurso
Cerrado; tal vez se ilumine mi mente un segundo fragmentado
En el tiempo de mi muerte, pueda decir al menos que me amaron
Y que amé, aunque de mí haya sabido poco y sólo un tanto de vosotros.


Francisco Aranda Cadenas

Arroyo de la Miel, a 27 de julio de 2011
A la luz de Schubert contemplo tu desnudez.
La Alameda es un allegro vivace  fresco y ligero.
No voy a tomarnos en serio; en realidad voy a reirme
De mí mismo y a escapar de tu mirada.
Hemos tenido mediodías cómplices e incluso
Lunas con geranios en las balconeras, mares
Que rondaron nuestra habitación casi a hurtadillas.
Suena felizmente el tocadiscos, tu cuerpo en danza
Nombra cosas y cuerpos, pero no voy
A tomarnos en serio; yo partiré de madrugada.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 27 de julio de 2011                         
Mar adentro pude ver una luna violacea recostada;
He visto inmensos parrales cegados
Por la luz, altas acequias conquistando la carne ocre,
Te he visto a ti, en tu torre de marfil helada,
Y te llamé, y viniste, y entraste en calor, y supiste
De la piel que despierta a media noche.
La madreselva salvaje se arracimó a tu cuerpo,
Fui yo a tu alma quien se arracimó. Noche
De las caléndulas, cálida noche, dónde germinó
Tu beso, beso silente, beso agazapado
Tras las sombras junto a la mordiente del mar.
Y es que mar adentro pude ver una luna violacea
Que devoraba el oleaje, tres sueños empapados
En el naranjal, y una nube de levante hacia tu pecho.

Francisco Aranda Cadenas

Arroyo de la Miel, a 24 de julio de 2011


LEONARD COHEN - Suzanne (Live 1988)

MUJERES COMO CISNES

El semáforo está en rojo para los peatones,
Pasan y pasan coches como una enredadera
Que devorara el asfalto. Ella, fugaz desconocida,
Está allí, del otro lado. Cruzo la carretera
Y me dirijo a una librería y compro 'Poemas
Escogidos' de D. H. Lawrence: son recuerdos
También de Cernuda y de Valente... 'Donde
hay una mujer hay un cisne''; quedo conmovido.
Aquella muchacha del otro lado era un cisne azul.
Después, más allá de la tarde, me siento
En una cervecería y me embriago de versos.
Cisne azul que has surcado mis pupilas, ¿de dónde
Emergiste? Las luces de la ciudad me impiden
Ver las estrellas, pero una luna cual manzana
Madura destila su jugo sobre las aceras.
Ya, de regreso a casa, me encuentro un viejo balón
Y recuerdo mi infancia, recuerdo los cisnes
De aquel lago de mi juventud, recuerdo que canto
Y que habré de morirme al igual esa muchacha,
                                                          Al igual los cisnes.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 23 de julio de 2011
Quisiera amarte
Sin espejismos,
Sin barricadas;
La noche es sabedora
De mi deseo,
Y no menos el día.
Cuando las puertas
Del cielo rompen
A llorar en el estío
Salgo a la calle
A buscarte.
He muerto
Cien veces
Pensando
Tu nombre,
Y aquí estoy
De cuerpo
           Presente.


Francisco Aranda Cadenas

Arroyo de la Miel, a 23 de julio de 2011

Al igual que frutecen los árboles, han frutecido las calles
De palabras. ¡Qué singular el ritmo de los transeúntes!
La mordiente del aire apura hasta el último suspiro,
Engulle, hambreante, las horas estivales, sobre todo
Cuando son las 12:00 en el reloj del Archivo Histórico.
Una mentira popular recorre las aceras, mientras una verdad
Personal, paso a paso, cruza la avenida con qué cuido.
¿Y dónde tú, si ya tú fruteciste?
¿Dónde tú, puñal de nieve caliente?
Caleidoscopio de colores estridentes la calle de palabras
Estos días de julio y tú, mar adentro fruteciente.


Francisco Aranda Cadenas
Arroyo de la Miel, 19 de julio de 2011

En el camino todo es una posibilidad, llamémosle
También angustia al modo de Kierkegaard,pero
Hay quienes no se saben vivos,
O bajo tierra vivos no se saben siquiera muertos.

Francisco Aranda Cadenas

Arroyo de la Miel, a julio de 2011

A mi padre Juan.




SOLEÁ

A por rosas yo entré a un jardín,
Mas al verlas no pude cortarlas.
Quise observar con la intuición,
Quise ponerme a escucharlas,
Mientras una muchacha tendida,
A las rosas delicadamente hablaba:
Espinas del rosal temprano,
No por ello sois menos espinas.

Francisco Aranda Cadenas

Arroyo de la Miel, a julio de 2011
De camino al psicoanalista
Me encontré una piedrecita blanca,
Me encontré una piedrecita negra,
Y una piedrecita gris
Entre la blanca y la negra.
Días de julio; yo busqué refugio
A la sombra de mis palabras,
Me quedé con la piedrecita gris
Para mojarla en el alma.
Cien lirios de sol y de fuego
Se entretejían sobre la acera
ancha y, yo cantando,
Iba recogiendo las flores malvas.
De camino al psicoanalista
Me encontré una piedrecita gris,
Que rezumaba un sueño de vid
Donde la ciudad era amplia.

Francisco Aranda Cadenas

Arroyo de la Miel, a julio de 2011
El día siempre abre sus puertas de par en par
Y se muestra diáfano a los ojos contemplativos,
Y se puede poetizar el tiempo, la Historia...
El 'maestro' Alonso Quijano poetizó sus actos.
Voy a cantar, porque mi condición no es la del filósofo,
Sino la del poeta -garganta en mano- escindido
En el trasunto amoroso destilándome.

Francisco Aranda Cadenas

Arroyo de la Miel, julio de 2011


Con tu quitasol rumbabas las caderas, puente viejo
Arriba; te recordé como a una 'musa' recién hallada
Tras una multiplicidad de espejos, la dulce voz,
Tierna la mirada. Con la quietud de los pámpanos
En septiembre -toda la vega en la retina- me acerqué
A ti, las amapolas enceguecían los ojos del ensueño.
Oh luz, oh fuente, oh reguero
De sangre en las aceras silabantes,
Oh amor cercano a mí como una joven muerte...

Francisco Aranda Cadenas

Arroyo de la Miel, julio de 2011