El Poeta
RESTAURANTE CON BARCAZA

La barcaza más desamarrada del puerto se va con el oleaje. Lleva paisajes de niños muertos y de niños columpiándose al borde de la risa. He visto, como a    borbotones, salir del agua un niño. Porque la barcaza llegó hasta el restaurante hablando en inglés y en mandarín, y todo hacía ruido; quizá porque era aún   de día, estos días primaverales cercanos al verano en la ciudad de Málaga. Ciudad con aviones y grafitis,
y   el hombre del saco llevándose a los niños hasta una cueva infernal. Estaba cenando en ese restaurante amarillo, con fuego de dragones en la cocina, y dientes   de niño hasta en la sopa. Aquella barcaza tibia y húmeda no sabía hablar español, y cantaba canciones lejanas acerca de no sé, pero eran canciones   lejanas. Se notaba en el tono agridulce de la voz y por los instrumentos, antiguos sin duda. Y me abracé al cuerpo de Elizabeth, con mi camisa hecha   girones por las olas de poniente, porque hacía poniente y era bastante molesto. Recuerdo, siendo un chavea, me decía mi padre -quién lo ha visto y quién   lo ve-, que los camiones de pescado que iban a Madrid no regresaban. Mi abuelo conducía un fulitre a pedales y llevaba pescado hasta Madrid. La noche   más imaginaria que haya vivido fue creyendo estar sentado en el regazo de mi abuelo materno. El me daba pescaito, a pellizquitos, con las manos. Yo    era un niño como el de la barcaza. Rotundamente un niño ido con el viento de poniente, con la ventolera que decía mi tía Charo. Ahora, en la carretera de   Almería escribo esto. Lo del restaurante ya pasó, lo de la barcaza, lo de mi abuelo, y toda la 'marimorena'.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 18 de junio de 2013
Porque no era mía la luz, me quedé
absorto en las sombras. Luz
que no fue mía hasta ahora -digo
luz y hablo, y escribo-, te acercas
filtrada por el aire que tampoco
fue mío -digo aire y hablo, y escribo-.
Luz y aire separado de las sombras. NO.
Hombre que soy, saludo y digo adiós,
para buscaros nuevamente mañana. Raíz
de la luz y del aire, ahora sois míos,
como el haz de sombras, como el haz de sombras...

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 17 de junio de 2013
NO HAY PATRIA MAYOR QUE LAS PALABRAS

No hay patria mayor que las palabras. ¿Qué habéis hecho
por nosotros? A vuestra imagen y semejanza, palabras
de ayer, palabras para hoy, para mañana, por los siglos
sin 'amén', sin 'ayes' en el boca. Hizo mucho frío
verdaderamente, un tórrido calor, pero no enmudecieron;
a veces, sonámbulas o insomnes, están ahí, en toda garganta
de hijo de vecina, febriles o serenas -sementera en el aire-,
así, sencillamente, luz que despierta o asesina, que es carne
de todos los semblantes antiguos, palabra nuestra
y de repente, sutil en los caminos, como el triunfo del amor,
                                                                                                   también del odio.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 17 de junio de 2013
                                   
a Elizabeth.

Ahora, que el verano se acerca con luz en los ojos,
y trae brisa y espejismos y la ley antigua de los mares,
es ahora que los viajeros pasarán página al rigor
del frío, se amanecerán sorprendetes sobre la hierba,
nadarán hasta lo más profundo, húmedos hasta el anochecer,
cuando los cuerpos tiemblan en el pecho de otros cuerpos.
Recuerdo el último verano, quiero decir a la muchacha
que me amó, aquella pelirroja insomne... Qué habrá sido
                                                                                             de ella.
Es el alba, amor, brumosa y salínea, la que te llevará
hasta las playas, finalmente todas las mañanas
de tu vida -mediterranía azul-. Regresaré al alba
de tus manos si es posible, este verano que ya se avecina,
con palabras escritas en la arena. A veces el agua
no las borra y quedan indelebles como un castillo infantil,
                                                                                        que la memoria guarda.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 16 de junio de 2013
En calle Larios, donde me dejé el corazón una tarde,
recuerdo los gestos del pasado, la urdimbre
de sombras acariciando las baldosas, el viejo
edificio desde donde me arrojé en sueños.
Era como una antología poética del oleaje
-siluetas blancas y negras-, todo perfumado
de Málaga Virgen y de bronceador para turistas.
Lo que no sé bien es si llegué a amarte verdaderamente,
pero hacía calor hasta en la sangre, y sentí la piel
                                                                                  tan desolada,
                                                                                                         el alma tan desnuda.


Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 16 de junio de 2013
Abro la puerta del bar. Huele a café, a tostadas.
La misma muchacha de siempre en la mesa 12,
que lee el periódico y mira a los demás clientes
de reojo. Los espejos donde se dibujan muslos
de papel y senos de ámbar. Pido mi café, tan sólo
un café con leche y un poco de luz; siempre junto
a la ventana. Se sirven también churros, chocolate,
se dan los buenos días sonriendo. La gente va y viene,
sin prisa; es mañana de sábado. Del techo cuelgan viejas
lámparas -un toque de romanticismo-. Los camareros
van con camiseta blanca y pajarita, los pantalones
son negros. Me tomo mi café y me marcho. Hoy
se presenta inconformista el día; hoy me he quitado
el luto por mis muertos; hoy estoy tan vivo que hablo
en el parque con jóvenes y ancianos, juego con los niños
en el vuelo de columpios, en los toboganes de palabras
con las que hoy construirán su mundo, y yo el mío...

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 14 de junio de 2013


AERÓSTATO

Los maduros relojes que se deslizan por tu pecho,
traen rumor de días con olor a manzanas. Desnuda,
ofreces el clamor de tu piel y su dilatada memoria.
Vienes hacia mí desde los oteros, surcas en aeróstato
por sobre las antiguas viñas. Mis ojos acompañan
el vuelo. Con la lentitud de los mediodías de agosto,
tomas tierra. Tus labios, como dos hilos de luz
crepusculares, tiemblan en el beso. Porque has traído
de nuevo este idioma nuestro hasta la casa, la noche
gime a nuestro lado, mientras somos caligrafiados
por un amor que nada sabe de ser inocentes.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 14 de junio de 2013
CALIGRAFIANDO EL AIRE

A ras de horizonte diviso una aeronave,
límpida de luz -fulgor del cielo-,
que copula generosamente con el viento.
He volado tantas veces que refresca
mi memoria de viajero. Su vientre,
a lo lejos, es como un hilo de plata,
encinta de equipajes y recuerdos.
Desde las ventanillas, los pasajeros
contemplan la tierra con temblor de pájaro,
mientras los niños alzan sus cometas
para competir con la blanca caligrafía,
que la aeronave recrea como indeleble huella
amatoria del espacio.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 10 de junio de 2013
DIVÁN

Esa ventana que da al patio, donde se oyen
rumores y música, tiene la virtud de la luz
desde el amanecer hasta el crepúsculo.
En la habitación de esa ventana que da al patio,
hay libros y paisajes, se dan los sueños, y entran en juego
las palabras más extrañas. A quien visita ese lugar
sencillo, le clarea la entraña, sucede que viaja
hacia el pasado, sucede que es puro presente
sin embargo, y después de tanto verbo y tanta piel,
sale a la calle respirando otro aire, esta vez nuevo,
como si recién emergiera de la tierra.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 10 de junio de 2013
Por un momento dejo de lado el verso
y el teclado del ordenador, por un solo
momento dicho en la luz matinal, sugerido
en el espacio y el tiempo; aquí mismo,
donde ahora me hallo. Por un momento
en que dibujo árboles en los páramos;
este momento único a la escucha
de todo aquello cuanto me habla con dicha
de ser y de estar vivo, a la escucha
de lo que el viento trae en la boca,
                                                         por boca de todos.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 26 de mayo de 2013
He abierto de par en par todas las ventanas,
por ver si entra el aire y me golpea en el pecho
de repente, por ver qué trae, qué palabras
de los hombres. Flor de geranio en la terraza,
flor de pétalos rojos, vértigo de yedra allá
en el fondo. Quiero escribiros de día, en papel
que vuele hasta las manos. Día en el papel
jamás ya blanco, jamás ya puro, jamás ya silenciado.

Ganas me dan de recorrer las calles, por ver
si todos juntos prendemos la voz del corazón callado.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 27 de mayo de 2013
    A Elizabeth.
De vuelta ya a la noche., de vuelta ya a la oscuridad de los pianos.
Hay un viento que gorjea como un pájaro, un viento que rezuma,
atlético, sangre de vid, ungüento para las palabras. Verdaderamente
golpea la lluvia en las cortinas, se abre paso la luna para reposar
a mi lado. Releo viejas cartas venidas desde lejos, en la cansada
caligrafía habitan labios que se besaron, sed de saliba dulce.
El almanaque gira sobre sí mismo ensimismado, y es de noche...

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 28 de mayo de 2013



Me arrojo a la mar desde el acantilado
de tu cuerpo. No sé qué senos o caderas
habitan mis manos, pero llueve despacio
sobre nuestras cabezas, y hay una brisa
que caligrafía la piel, que refresca el verbo
amado. Frente a los ponientes y levantes
escribo con palabras, que emergen movidas
por la corriente del río -aluvión de sílabas-,
hasta encontrase con tu desnudez precisa
sobre el puente.  Quiero vivirme en la ciencia
de tus labios, hallarme de improviso
en la fiesta que proponen tus manos.

He visto la noche enorme arracimada a tus cabellos,
y he recordado las uvas rojas que degusté
junto al roquedal que labró tu sexo.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 5 de junio de 2013
No fue por los caminos del aire, si no que en la tierra
afirmó sus pasos. Abrió de par en paz sus manos,
recorrió senderos de luz y de sombras. Junto
a los vientos, junto al manantial de agua, alzó
la cabeza y vio horizontes palpitantes adonde
partió sin reservas, porque lo empujaba la vida,
la vida de ojos que lindan
con los mástiles antiguos del mundo.
No fue por los caminos del aire. No se apostó
en los portones cerrados, ni en los vallados,
siquiera en las cerradas fuentes... Allí donde
no es sumisa la palabra alzó tiendas, pabellones
sin páramo, sembró signos en los surcos, para después
continuar su camino con la libre sencillez del alfarero.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 5 de junio de 2013
Esta madrugada, en el sillón de la biblioteca, comprendo
que hay palabras gastadas con el tiempo, palabras sólo
de ayer; esas palabras no quiero. Y salgo a buscar
a la calle otras palabras, tan vivas como el fuego,
tan raudas como el aire, tan de veras como una tierra
                                                                                       encinta.

Palabras para ti y para mí -más allá de los trenes
que se alejan para siempre-, deseantes, al borde
del delirio, bordadas a mano en los labios que se besan,
erguidas en la luz del canto. Y salgo a buscarlas
a la calle, allí donde vosotros y nosotros tenemos
                                                                                 la primer palabra.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 6 de junio de 2013
                                  A Antonio José Royuela, con profundo afecto.

Coloco en el alféizar los geranios, me pregunto
acerca de los versos de Antonio, a la calle
voy después con un violín, de cerezo su madera.
Canto mi pena y mi alegría en el desnudo portal
del bloque, y luego el sol con su fuego al mediodía
me lanza desde lo alto jazmines y presencias.
Con los versos de Antonio voy la calle arriba,
musitándolos despacio junto a la brisa de junio,
de esta primavera ya que acaba, detenido justo
en un semáforo. Dos chicas de azul se adelantan
aún en verde la luz, y dibujo un ¿adónde irán?
en el aire. La cóncava insistencia de los besos
en el pecho donde mora mi querencia, tiene
sabor a arboleda con escritos en los troncos.

Por no haber tranvía, regreso a pie hasta la casa.
He comprendido algo acerca de la poesía:
el cantor es su propio canto, no se puede separar
al hombre del poeta, mientras sigue la casa vacía.


Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 8 de junio de 2013
A Elizabeth.

Cuando las horas pasan hiladas al recuerdo,
comprendo el vals de las ausencias. Pero
nosotros, viajeros decididos, asomamos
al mundo con manos amantes. Aspiro
el delicado aroma, entre tus senos
resbalan las frutillas que primero besé.
Diré entonces la verdad más desnuda junto al
viñedo, con el viento de la noche en mi frente,
arrancando sombras que a veces se avecinan
con voz de nieve, a pesar del verano encendido
en la entraña. No estoy triste, pero me vence
el tiempo; sólo tú, entonces, abres surcos
en la tierra, por donde mis manos trascurren
haciendo siembra de palabras para ti.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 8 de junio de 2013
A Elizabeth.

Te recuerdo, la febril noche y sus espadas,
labios de luz que se han besado, ojos
que se contemplaron en la desnudez
del mismo centro de la noche. Tomamos
las naranjas, las manzanas que nos brindaron
los árboles, cuando nuestros cuerpos, cansados,
habitaron el Hades, y ya de regreso a la luz,
al aire límpido que nos ofrece la vida, os retamos,
dioses de los sumos sacerdotes -certeza y honor
para ellos-, con tan sólo un arma: el pensar sin miedo,
crear versos por el solo amor a la palabra.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 9 de mayo de 2013
Dime, qué ves en el horizonte ardido, qué esperanza
se abriga en tu pecho. Dime, cómo será tu mañana
si este presente tiene voz de pájaro, aleteo de pájaro.
Ves, ves cuánta pasión se refleja en tu rostro, cuánto
delirio hermoso. Dime, entonces, qué sientes en estos momentos
en que los cometas de los niños se acercan al sol, ahora que
te salvaste del espanto. Dime, dime siempre que estás en el camino
con las manos abiertas, con los ojos abiertos, bien abiertos.

Cuando te vi, rosa roja, cuando supe tu nombre, cuando descubrí
mi corazón para cobijarte, me bebí tu aliento, la savia de tu sangre.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 9 de junio de 2013