El Poeta
A Elizabeth.

Cuando las horas pasan hiladas al recuerdo,
comprendo el vals de las ausencias. Pero
nosotros, viajeros decididos, asomamos
al mundo con manos amantes. Aspiro
el delicado aroma, entre tus senos
resbalan las frutillas que primero besé.
Diré entonces la verdad más desnuda junto al
viñedo, con el viento de la noche en mi frente,
arrancando sombras que a veces se avecinan
con voz de nieve, a pesar del verano encendido
en la entraña. No estoy triste, pero me vence
el tiempo; sólo tú, entonces, abres surcos
en la tierra, por donde mis manos trascurren
haciendo siembra de palabras para ti.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 8 de junio de 2013

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