El Poeta


AERÓSTATO

Los maduros relojes que se deslizan por tu pecho,
traen rumor de días con olor a manzanas. Desnuda,
ofreces el clamor de tu piel y su dilatada memoria.
Vienes hacia mí desde los oteros, surcas en aeróstato
por sobre las antiguas viñas. Mis ojos acompañan
el vuelo. Con la lentitud de los mediodías de agosto,
tomas tierra. Tus labios, como dos hilos de luz
crepusculares, tiemblan en el beso. Porque has traído
de nuevo este idioma nuestro hasta la casa, la noche
gime a nuestro lado, mientras somos caligrafiados
por un amor que nada sabe de ser inocentes.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 14 de junio de 2013

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