El Poeta


A veces me pregunto si la experiencia poética no es sino una reflexión del propio objeto poético independientemente del orden de asuntos que trate, o de su formulación técnica o de la corriente por la  que esté atravesada; en definitiva, me parece probable, que el objeto de la poética no sea sino indagación del objeto en sí mismo, particular fenómeno del lenguaje y de la expresión del ser humano.

Francisco Aranda
Málaga, a 10 de 2015
¡Qué alegría tenerte de nuevo por aquí,
solaz de mis manos!
Hay quienes dicen que somos
momentáneos dioses; no somos salvo
una simiente en el desierto.
¿Habrá agua entre las dunas?
¿Podremos salvarnos a nosotros mismos?
¿En esta densidad del día
permanecerá el amor
hasta la oscura noche de nuestros ojos?

Francisco Aranda

Málaga, a 2 de abril de 2015
ALFÉIZAR
He dibujado una manzana a carboncillo. Podría morderla
en este instante, pero la pondré en el frutero
de la madrugada; digamos, sobre el alféizar de aquella
ventana que no frecuentaré más, sean los mirlos
quienes la devoren.

Al igual que yo, desordenaste tu nombre. Tu sexo se secó
en parameras de diciembre, y hoy otros cabellos, húmedos,
largos y espesos, habitan mis manos.
En el collage que ahora hago a modo de jardín con palmeral
sepia, césped sepia, arbustos sepia, se ausentan los pájaros;
hay gatos que corren, carretera abajo, huyendo de un sol podrido.
Sólo los mirlos darán calor a tu habitación abandonada por los poemas.
Sólo un silencio de naufragio, de versos sin estrofas, acabará entre las sábanas.
He dibujado otra manzana ésta vez con acuarela. La muerdo, la degusto,
me expulso a mí mismo del Edén con una muchacha, cuyas palabras
son de piel y de vértebra, como una antología poética de los paisajes.
Francisco Aranda
Málaga, a 01 del 04 del 2015
En el lugar en que te nombro no existe arquitectura;
un vacío sí, una rueda que gira, el nombre de otras cosas.
Lluévese entonces la noche, lluévese entonces el día
sobre la lengua y la garganta. La piel erizada
es musgo de palabras, equinoccio de palabras,
mientras los albatros residen ciegamente en la tierra
o se apartan lúdicos en el cielo. Lugar donde te nombro,
no eres ya, jamás lo fuiste. No hay salvo una letra olvidada
en la resina de los árboles por donde caminamos juntos.

Francisco Aranda

Málaga, a 2 de marzo de 2015


Pensar la memoria, sentirla, cuando las mismas
crines del viento desamarran el aire
y brota de amanecida una imagen,
un silencio pleno de voz y transparencia.
Aquí no hay ya más nada salvo la oscura
luz que asoma a los ojos casi entornados,
ojos que han mirado hacia adentro en las horas
llamadas a ver la pura entraña, el texto
inscrito en los balbuceos del alma.

Pensar la memoria, sentirla, cuando ya la memoria
no anhela sino el sueño pero, pugna
por vivirse a las en punto siempre del reloj.

Francisco Aranda

En Málaga, a 23.02.2015
En el armazón efímero del día, la cal y el canto
sobre el timbre de mi voz, sobre mis huesos;
aquí, ahora mismo, después, ya antes,
libro batallas inútiles. Pero decidme cómo es el canto,
la rueda del tiempo, lo espacioso del aire; sí, decidme.
La contemplo en el valle, en el valle imaginario de mis ojos,
su sexo ardido en la memoria, el talle que amé tan de amanecida.
La contemplo en el sueño que prorrumpe en la noche, y ya no está,
no es más que una sombra en el dormir, una despedida siempre.
Siempre de despedida, una muerte sembrada en el pecho, un cuerpo oscuro
                                                                                                                            sin beso y sin abrazo.

Francisco Aranda

Málaga, a 1 de febrero de 2015
Será nuevamente la aurora, tan escarnecida hasta el momento
en el brocal de mis pupilas. Tu cuerpo yace, desnudo y cómplice,
en mis sueños, como una serpiente que envenena mi piel.
Mas será nuevamente la aurora, y otros labios y otros besos
sacudirán mi alma. Y sin embargo, regurgita el vientre de las horas
la saliva amarga, otrora dulcísima, que bebí de tu boca.
Y si no es la aurora por fin mañana mismo, el decidido mañana
en que sacudirse la vana muerte que a veces asoma junto a mis pasos,
entonces brindaré por ti, tan lejana y vívida a mis ojos.

Y he de partir, he de partir para que tus manos no me devuelvan
al eterno retorno del dolor de sentirme tan solo entre tus brazos.

Francisco Aranda

Málaga, a 01 de febrero de 2015


A MODO DE HAIKU

A Ricardo Acevedo...

Poética, po-ética.
El 'Poes' y
la 'Ética'.

Francisco Aranda

Málaga, a 29 de enero de 2015
En la noche hay fisuras, no menos en el día.
Fisuras en el cuerpo y en el alma, que vienen
a ser lo mismo y viceversa. Columna vertebral
quebrada, me sostienen las dos piernas.
No huyo de mí, en mi vacío estaré hilvanando
con las manos. Aquí me encuentro, ciego
de un ojo, manco, huero el corazón, tan sólo cáscara.
Mas estoy vivo, y siento que el deseo comienza a amanecerse.

Si es así, que en el pecho habita un agujero, así he de caminar
alejado de los dioses, incierto en la vereda, asunción de finitud.

Francisco Aranda

Málaga, a 29 de enero de 2015
No hubo placer en la noche de los tiempos.
Se engendró turbio el mundo, tal vez
fuera necesario para distinguir el día de la noche.
La luz ardida daña la visión, mas la oscuridad la ciega.
Sin embargo los amantes se encuentran casi siempre
en el vórtice del fuego o en lo abisal del alma

Francisco Aranda

Málaga, a 27 de enero de 2015
Me ha desconcertado este íntimo recuerdo de la aurora,
cuando tus manos repasaban lentamente mi piel,
                           yo aún dormido,
para después abrir la ventana y dejar paso al viento
                                                                                    del invierno.

Francisco Aranda

Málaga, a 8 de enero de 2015
Me he centrado en varios libros de la biblioteca, que he apartado con cuido.
No daré títulos ni autores, quizá no les interese.
He amado cada una de las frases impresas sin no cierta pasión, parecida
a aquella que dirijo hacia tu cuerpo.
Sabes que prefiero tu piel a las hojas de los libros; ya es decir, conque sólo lo supieras
un instante.
Pero tal vez ame más los mediodías, el fulgor de la luz mediterránea, las conversaciones en las plazas
junto a los que cultivan la idea y la palabra, el gusto por crear vínculos amables.
Es posible que no les interese nada de lo que aquí escribo, cercano ya a la madrugada, no obstante
sé que me alegra teclear y teclear dejándome llevar por algo que desconozco
pero que me embriaga.
He de ir a descansar. He de concluir este poema. Parece una narración breve; sólo lo parece, lector.
Busco una nueva fórmula poética y el sabor de los labios de ella, y viceversa.

Francisco Aranda

Málaga, a 6 de enero de 2015