El Poeta
En el cuenco aromado de tu noche, donde descubro
el cielo maduro de tus sílabas, tu nombre redondo
y fugaz, porque la oscura claridad se acaba
y viene el alba despertando las sienes, y abrimos
los ojos y estamos desnudos. Habito tu corazón
de sándalo para después partir a no sé dónde,
donde el vacío es una blanca certeza amarrada
a la vida, pero yo hablo con mis huesos pares,
con el estremecimiento de mi carne en el cuenco
                                                                                aromado de tu noche.


Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 10 de septiembre de 2013