El Poeta

Han Na Chang-Passacaglia for Violin and Cello

Para ver la luz en la cresta nívea
De las olas salí de madrugada;
Yo era niño, la noche delicada.
Delgados hilos de plata saltaban
Sobre los azules del agua.
No era la luz del cielo la que yo buscaba,
En mi pecho era la luz, la tiniebla,
Quizá, quién sabe. Casi desnudo, a solas
Inventé una voz que abriese las ventanas
Del mar y descubrir así en el aire una metáfora,
Una metáfora amplia como la arena salada
De aquella playa en que niño,
                             Casi desnudo y a solas,
Fundé mi ciudad de palabras labradas.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 24 de noviembre de 2010

Beethoven 7ª Sinfonia II Parte

                    

Es a veces
Que la soledad de un día resbala
En las solapas,
Que el cuerpo de la soledad
Se oculta en los ojales,
En los cuellos
De las camisas,
En los bolsillos
De los pantalones.

Es a veces
Que la soledad de un día se cubre
De gloria, hurta a la memoria
Los festivos,
Se adelanta a la noche
Y en la noche
Es como escarcha,
Como la brea de una barcaza
Sin velamen, al pairo el timón,
En el fondo de las aguas.

Es a veces
Que la soledad de un día triunfa sin batalla,
Que prodiga vientos en la estancia,
Que supura pus
Por los cuatro costados cardinales.

Es a veces 
Que la soledad de un día
Es una llamarada.

Soledad de un día a veces trampeando la balanza.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 23 de noviembre de 2010
Me poblé de ti,
Tú me habitabas,
Me iba doliendo
Esa dicha
De nombrarte.
Antes de ti era
La sola soledad
En cueros,
Ahora es la carne
Con la sola piel,
Con los solos huesos.
Me colmas entonces
Imposible de colmarme,
Te bebes mi sed,
Te comes mi hambre,
A mirarme te dignas
Desde dentro,
Y golpeas mi sien
Con dos metáforas
Y un ciento.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, noviembre de 2010
Me he quedado a la puerta de la casa,
No ha llegado
La voz de luz inaugurada, 

Ni el labriego
Del sueño a alzar la voz, 

Ni la voz
Que prende en las mañanas.

Me he quedado con aroma de sal a la puerta de la casa.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, noviembre de 2010
Me muerde, delicado, el vientecillo que baja de los montes;
Acaricia las aguas, bebe de ellas, se esconde
Entre el ramaje, sube hasta las azoteas, rima
Con uno de mis versos y al final se marcha
Con el oleaje que arrastra a las barcazas
                                                       Y a los hombres.

La noche fluvial lo aguarda, levanta entonces las arenas,
Se arracima en las esquinas, compite con la luna.

Dulce vientecillo que bajas de los montes, has hilado
La voz de mi garganta, 

                              Peinado mis cabellos, 
                                                          Besado mi carne.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, noviembre de 2010
OTOÑO MALAGUEÑO

                          cálido, intenso como octubre,
                          como dicen que son contigo los otoños.
                                          
                                         Luis García Montero
                                                

Retornan a la vida las figuras hieráticas de calle Larios
En este otoño cubista y de dadaistas naranjos en la acera
Del Parque. Un grupo escultórico visita a las palomas
En el jardín botánico. Los niños se fotografían junto a un Platero
Que no es suave y que sí tiene huesos de metal. Aquellos dos,
Entre los árboles, aplauden la osadía de las horas.

Hieráticas figuras, jardín botánico, Platero de metal,
Mirad cómo se conjuga un día sin misterio.

Yo regreso a esta ciudad por ver a las aves silenciosas
Devorar la tiranía del tiempo, cubrirse de la luz
De los mediodías, posarse en los hombros de un reloj
Con desparpajo y cierta alegría, que la tarde obscurece.


Dónde estás tú, intensa como noviembre, en qué lugar
De Málaga se enciende tu rostro. Y es hermoso vivir,
Descubrir que el sueño nos abriga, que somos
Palabra fluyente en el alba de una mediterranía
                                                     Azul, hoy si cabe más joven.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, noviembre de 2010

Tontxu - Jamás te robaré una madrugada

Escrito está en la corteza de los árboles,
En los bancos de los parques escrito está,
Como una suerte de dicha, un haz de luz
Al igual en la carne, al igual en el alma,
Un haz de luz que incendia las tardes,
Que florece en las copas, en el lindero
De los nombres, cuando ya la siembra
Es una bienvenida jovial, una novia
Al pie del canto. Escrito está
En la carne del violoncello,
Donde habita una muchacha desnuda
Que entrega flores a los transeuntes.

Escrito está un haz de luz en el blanco
                                            Azahar que la luna escancia.


Francisco Aranda Cadenas

Málaga, noviembre de 2010
                                     a Javier Alcalde, entrañable...

CAMINANDO POR MÁLAGA

Ya ves, hermano,
Al crepúsculo con hoja
De calendario en las encías,
Las guirnaldas de ultramar
Con ramita de olivo,
Las pupilas de las muchachas
Que pasean por la ciudad,
El ritmo de jazz
Donde transcurre la noche,
Y los ecos que
Convocan a la vida...
Ya ves, hermano,
Lo vivido y lo soñado,
Las fuentes de Roma,
Los tranvías de Lisboa,
Los puentes de Praga.
Aquí, es aquí, cuando
La madrugada se posa
En mis tranquilos ojos,
Que veo pasar
A la muerte con un vestido
Blanco y me canta una canción.
En la Plaza de la Merced
Danza un mirlo también blanco
Que en nada se parece a la muerte.
Ya ves, hermano, cosas de aquí
Y de allí, de fuera adentro
Y viceversa, cosas que ocurren,
De andar por casa, de caminar
Por la ciudad una tarde de domingo
Cualquiera en que ya ves, hermano,
Como en un filme aparecen
Todos los rostros del presente
Y algún que otro del pasado.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, octubre de 2010
¿Dónde se esconde esa primitiva verdad
Que me habitó cuando era niño?

¿Quién me entregó la palabra
Y me la hurtó al mismo tiempo?

¿Verbo mío, de ti, de otro?

Mutilo el modo subjuntivo si lo pronuncio sin júbilo.

Mutilo la raíz del sueño, al terrible niño de mi propio espanto.

¿Cómo saberse entonces,
Si así despavorido cierro el telón
Donde se ofrece la luz tan transparente?

Hoy comprendo que busco un deseo propio y olvidado.

Hoy, deshabitado, hundo la cabeza en mi pecho y me muerdo el corazón.

Hoy te busco, poema, porque me haces tanta falta, mas no tengo tinta ni en los ojos.


Francisco Aranda Cadenas

Málaga, octubre de 2010