No hubo placer en la noche de los tiempos.
Se engendró turbio el mundo, tal vez
fuera necesario para distinguir el día de la noche.
La luz ardida daña la visión, mas la oscuridad la ciega.
Sin embargo los amantes se encuentran casi siempre
en el vórtice del fuego o en lo abisal del alma
Francisco Aranda
Málaga, a 27 de enero de 2015
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