El Poeta
Me arrojo a la mar desde el acantilado
de tu cuerpo. No sé qué senos o caderas
habitan mis manos, pero llueve despacio
sobre nuestras cabezas, y hay una brisa
que caligrafía la piel, que refresca el verbo
amado. Frente a los ponientes y levantes
escribo con palabras, que emergen movidas
por la corriente del río -aluvión de sílabas-,
hasta encontrase con tu desnudez precisa
sobre el puente.  Quiero vivirme en la ciencia
de tus labios, hallarme de improviso
en la fiesta que proponen tus manos.

He visto la noche enorme arracimada a tus cabellos,
y he recordado las uvas rojas que degusté
junto al roquedal que labró tu sexo.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 5 de junio de 2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario