El Poeta
                                  A Antonio José Royuela, con profundo afecto.

Coloco en el alféizar los geranios, me pregunto
acerca de los versos de Antonio, a la calle
voy después con un violín, de cerezo su madera.
Canto mi pena y mi alegría en el desnudo portal
del bloque, y luego el sol con su fuego al mediodía
me lanza desde lo alto jazmines y presencias.
Con los versos de Antonio voy la calle arriba,
musitándolos despacio junto a la brisa de junio,
de esta primavera ya que acaba, detenido justo
en un semáforo. Dos chicas de azul se adelantan
aún en verde la luz, y dibujo un ¿adónde irán?
en el aire. La cóncava insistencia de los besos
en el pecho donde mora mi querencia, tiene
sabor a arboleda con escritos en los troncos.

Por no haber tranvía, regreso a pie hasta la casa.
He comprendido algo acerca de la poesía:
el cantor es su propio canto, no se puede separar
al hombre del poeta, mientras sigue la casa vacía.


Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 8 de junio de 2013

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