El Poeta
Qué queda por relatar, dulces lirios, humanas manos
En desorden como un tropel de toros que nadie escucha.
La lluvia sobre el timbal espejea rumores que acontecen
De tarde en tarde, bien sé yo, tras las nubes ardidas
Donde las aves simulan el bien, la verdad y la belleza.
Nada más inhóspito que esto, extraña abstracción,
Ridícula a veces, como una culpa innecesaria.
Después de todo, qué queda por relatar, salvo el remanso
Acuoso de un río que mora adentro, impetuoso río
A espaldas del morir si esto fuera posible.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 25 de septiembre de 2012

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