El Poeta
Ella se acercó hasta la acequia. Fluía el agua
Como un inquieto rastro de sangre. Los parrales
Estaban vivos. Ella metió sus manos en el agua
Y las secó en su vestido. La gran noche de las aves
Visitó los campos, mientras ella quedó dormida
Bajo un cielo sin sombras. A todas luces
Ella soñaba en una ciudad inundada por geranios,
Porque ella me dijo que quería partir y que amaba
El color rojo de los pétalos. Fui a despertarla
Y besó mis labios. Sentí el calor de la mañana
Como si de el mediodía se tratase. La amaba
Porque era sencilla y buena, porque su rostro
Alimentaba la lluvia y sus piernas eran sabias.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 12 de septiembre de 2012

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