El Poeta
En Viena hay castillos sobre el aire. La ciudad duerme
A media voz de su vigilia. Irritados, los ángeles, bajan
A la tierra y se humanizan; sexuados, corren a aparearse
Mientras un viento gélido asoma por las esquinas.
En Viena los sueños son blancos con fachadas ilustres,
Pero una tristeza recorre sus calles, una tristeza
A modo de adagio con oboes y arpas, y sudor
Abotonado al tiempo como si fuera una chaqueta
Con surcos milenarios. Los niños de Viena
No pasan frío apesar de los crudos inviernos,
Llevan bufandas en Clave de Sol, un paraguas
De primera mano, zapatos de charol blanco, y una sonrisa
De fuente. Las sirenas de Viena no suenan en la madrugada,
Porque sólo se muere en el día; deliran los cadáveres
Al compás de un vals de silencios. Hay en Viena una muchacha,
Que recorre los mercados y las plazas,  se sube a los tejados.
Desnuda, sin inocencia en su piel, ofrece sus duros senos,
El preciado sexo de sus años. En Viena se sacuden el polvo
Con cepillos nupciales, y las calles despiertan si los gemidos son largos.



Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 9 de septiembre de 2012

1 comentario:

  1. Me ha trasladado a la ciudad de los valses de una manera muy distinta. Genial visión y genial construcción.

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