Y abro los cálices de la memoria
De luz ardida y sin tiempo;
Busco en el secreto pozo la voz erguida,
La razón de amor que arroba el aire;
Llamo a la sutil desnudez de la palabra
En los entreverados bosques, por sus pasillos
De hojas huidizas y miel en las copas.
Y abro los cálices de la memoria,
Y saber, y después no saber nada.
Francisco Aranda Cadenas
Almería
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