El Poeta
De la soledad y sus racimos vengo a hablaros,
De la continuidad de la flor y su delirio,
Del hombre erguido aquí en la plaza,
De la alta mujer y su destino.
A fuerza de morir vamos naciendo,
Al final la muerte, la vida tal vez;
No hay muchas certezas a las que aferrarse
Pero el corazón tiene bríos y esperanza.
Los labios dormidos despertarán de madrugada
-Cada madrugada es un simil de la historia-
Y aun dormidos florecerán los cuerpos.
Vengo modestamente a hablaros
De un rincón de la existencia, de la mar
Que guarda fieramente sus secretos.
Hoy es día de domingo, de dos a tres, la tarde ya
Y el cielo rompe a llover entre tus senos.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga

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