Las palabras, que son al ser lo que la semilla a la tierra,
Laten en el corazón de la noche buscando amanecerse
En los labios sangrantes de luz, pues hay ángeles
Con antorchas iluminando los rostros del amor.
Nos bendecimos unos a otros con palabras
Que estremecen la carne con dulces jacintos,
Y así, la larga herida cicatriza
En el humano tiempo circular del mundo.
Pero quien maltrata a la palabra, maltrata a su hermano,
Crea desiertos indecibles, y se cierra el telón de este paisaje.
¡Oh, cítara antigua, hazme hablar con voz suave a los oídos!
¡Inteligencia pura, corazón atento,
Aire en el aire suspendido, dadme
El fruto en sazón del gran árbol que canta!
FranciscoAranda Cadenas
En la playa...
No hay comentarios:
Publicar un comentario