Con su peligro hermoso la vida sienta plaza
En las arterias del dolor y de la dicha,
Intocable, inasible, fluyente; no existe
Atrio cerrado para ella. Toda madera, todo acero
Tiemblan al contraluz de malevolencia y de la bienvenida,
De los agridulces tejidos, urdimbres
De soledades y presencias, de muertes también.
Francisco Aranda Cadenas
México
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