El Poeta
Satie, muslos blancos, amados...
Y me dijo, - a veces los años no me dejan ver con claridad.
Luego todo era tan sólo un mar de lluvia sobre los dulces
parabrisas con Satie y muslos blancos, amados...
Fumábamos un cigarrillo. El recuerdo que nombrabas
tenía vocación de niño muerto, entonces levanté
mi mano de su muslo, y abrí la puerta del coche y me dejé
empapar toda la ropa. Sus muslos eran calientes sin embargo,
sus labios, el firme de sus senos. Como pudimos nos amamos,
dentro de un coche con olor a azafrán y a humo de tabaco.

Satie, muslos blancos, amados...

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 9 de julio de 2013

1 comentario:

  1. Te reitero, de nuevo, que me gusta cómo escribes. me gusta, tiene profundidad y es casi una realidad.

    Este tipo de poemas, breves y sin rima te va bien a ti.

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