No pude ver la sombra de mi cuerpo porque la luz
quemaba la luz, y me quedé suspendido de un hilo
de sal hacia abajo, y la tierra mordía mis cabellos
o mordía mis sienes. Y fue que la luz desapareció
de pronto -todo oscuridad ya en un instante-, se refugió
en lo profundo de un río porque allí (corriente de las aguas,
torrentera de claridad), estaría yo buscando el caliente corazón
de mis sueños.
Francisco Aranda Cadenas
Málaga, a 30 de julio de 2013
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