El Poeta
a Nerea...

Recuerdo un verso en tu saliva, cálido
Como una mañana de septiembre.
Has doblegado mi carne con tus manos,
Punzado mis huesos, trenzado mi alma.
Se estremecen los días con tu estancia
Y la muerte de lo eterno nos recuerda,
Que a qué perder un solo minuto de presencia.
No me salvas, nada me salva, yo me salvo,
Y has ilustrado mi piel con un bello dibujo,
Como si fuera la sed ardiente que todo lo alumbra.
Hagamos del pan de cada día la paz de cada día,
El amor de la diosa Atenea que se amanece vincitrice.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 8 de agosto de 2012

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