Después del hayedo el prado,
El filo del camino,
La noche que templa la brisa.
Al nor-noreste de tu boca
Se desbocan los caballos.
La luna gime,
Redonda y terrible,
Y se despliega
En un abrazo de silencios.
Es la hora de partir;
Queda lo que queda,
Los amigos, los paisajes.
Y después, con las sienes recién atardecidas,
Estoy en otro espacio que tal vez no hubiera deseado.
Francisco Aranda Cadenas
Málaga, a 27 de julio de 2010
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