El Poeta
Hemos envejecido con el correr de los años.
Comemos frutillas en las noches de junio
Mientras la palabra emerge desde dentro
Hasta el paladar; la madrugada tiene su ciencia
Y una emoción desdoblada en las manos.
Hemos envejecido y aún conservamos
La frescura de las cerezas recién cosechadas.
Con la oscuridad nombramos las palabras
Axioma, exilio, mar, paradoja, poeta...
Tú anidas tu propio fantasma igual que yo
En el silencio puro de las horas ya casi matinales.
Y sin embargo, una música pitagórica alienta el espíritu:
Son las estrellas tililantes, los planetas sumisos a su órbita,
Son las calles vacías con las sombras del día anterior
Aún deambulantes junto al trasiego de los pájaros insomnes.
¿Qué esperamos encontrar en el fulgor que nos asalta?
Como los lirios del campo la madrugada es hermosa
Sin propósito de enmienda, porque la belleza es un arma
Contra la falsa inocencia de los hombres, el mal
De los trigales y de los viñedos, la pobre rutina rutinaria,
Las tristezas de Rocío y de Manuela, los garabatos desnutridos
Por el hambre, y queda el sabor de la arcilla, eso nos queda.


Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 21 de junio de 2011

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