El Poeta
LOS DÍAS DE MÁS LUZ

Los días de más luz me recuerdan los paraísos de agosto
En las playas de Almería. Con sus suaves alas las gaviotas
Celebraban la mar, el aire nítido, las viejas barcas
Que reposaban su lento sueño en las arenas.
Eran los días sorprendentes, días de los que traigo
El mejor rescoldo al pecho; allí fui yo niño
En presencia de los nacarados libros,
De los azules jacintos del cine de verano -paraíso
Para cuerdos y locos-, del anciano profesor de lengua,
Que repetía sin cesar: yo soy, tú eres, él es...
Aquella profesora, bellísima profesora de matemáticas,
Que conquistó la cuadratura del círculo en la finitud de las olas.
Y esa terraza condecorada con estrellas de mar y salitre,
Blanca y ocre donde escrita estaba en la calima surrealista
La conciencia de estar vivos entre el mar y la montaña.
Halo de aquella sed despierta, muchachita de ojos azules,
Con diminutos senos de amapola, y acné en el rostro, muchachita
Que vencía a las horas de la siesta cantando himnos colegiales,
Mientras yo dormía ya mi propio sueño de la soledad en la orilla
Recién poblada de algas y de trozos de madera del último naufragio.
Todo es belleza en esta hora en la que estoy más cercano al corazón,
En la que me visita la casa que dejé guardada de la noche,
Casa con vecinos y abecedarios de rojos pétalos.
Me adentro en los contornos del recuerdo alto y feliz,
Y no hay sino aromas, colores en su ausencia de niebla y despedida.

Los días de más luz donde levaba anclas aún navegan mi memoria.




Francisco Aranda Cadenas

Málaga, diciembre de 2010

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