Cuántos amaneceres, como en los veranos
De mi juventud, he saltado las tapias de la palabra
Para verte, porque no me bastó el verbo
Ni la fuente de luz que me habitaba,
Ni los ebrios pasos que me conducían hasta ti.
Cuántas veces me he dicho, en las horas
Lentas, que era tu voz la que me robaba el frío.
En algún sitio de ti mi voz es tuya.
Francisco Aranda Cadenas
Málaga, diciembre de 2010
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