En la biblioteca un libro; la calidez de la tarde,
Tarde que se diluye en los acordes de un cello
Y aún entra la luz por la ventana, y aún puede verse
El verso inicial de un libro abierto por la página nueve.
En sólo un instante todo es igual a sí mismo, en sólo un instante
Que palpita -párpado del amor-, que crepita en el aire
Como una estrella inaugural de la noche que comienza
A labrar la tierra de palabras, y sorprende
Las manos encendidas, los ojos bien abiertos,
Los dedos que subrayan un mínimo delirio; se cierra
El libro entonces, punto y final en el poema.
Francisco Aranda Cadenas
Málaga, a 12 de abril de 2011
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar