Y qué fue de aquel primer deslumbramiento de la carne,
De la palabra que sentó plaza en la piel, de todo aquello
Que más tarde hablaría de mí y de tantas otras cosas
Que se confundirían a veces en un largo beso.
Cómo encontrar en los restos de un pequeño naufragio,
De una muerte en suma, la rosa de los vientos que fuera
Mi paisaje, la asunción de mis pasos, mi norte y mi des-norte.
Y cuál sería mi sorpresa al darme cuenta de que en las madrugadas
Se hacían presentes oscuras voces primeras de luz que me asaltaban,
Cuando aún el hilo naranja del amanecer era tan sólo un pájaro
Que retornaba de muy lejos para luego hacerse día y sombra.
Francisco Aranda Cadenas
Málaga, a 13 de octubre de 2012
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