El Poeta
Nada puede absolverme, ni sacerdotes ni dioses, ni demonios siquiera,
Quizá mi propia humanidad me absuelva; sólo eso, sí, mi humanidad.
Y los ángeles, que salten a la comba entre las nubes, que yo caeré
Al barro una y otra vez porque la arcilla sabe lo que no saben los cielos,
Y las palabras se inscriben en el cuerpo con más luz después de levantarme.


Francisco Aranda Cadenas

Málaga, en julio de 2012

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