Yo he visto los ojos del carnicero/
Sobre una pieza de buey. Sus ojos/
Hundidos hasta el cogote y la mudez/
De su boca. Sobre una pieza de buey/
Deshuesada y sangrante frente a una joven/
Virgen, que lee textos sagrados algo dudosos/
Y terribles. Los he visto, yo los he visto/
Y no en las carnicerías, ni en los barrios/
De la ciudad; estaba junto a una estatua fría/
A pesar de la sangre, a pesar de su mirada./
Me moriré siete veces, pero a la octava será el fin./
Francisco Aranda Cadenas
Málaga, 25 de noviembre de 2011
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