El Poeta
Tañen mis manos tu cuerpo; es extraña/ Tu piel pero la amo. Acuosa, la tarde,/ Se me antoja un desvarío destinado/ A repetirse. Y es hermoso el haberte/ Acariciado esta vez primera. Mis manos/ Ahí, donde tu cuerpo -cristal fino-,/ Donde los senos ardorosos y el pubis/ Como una guirnalda afanosa, como una abeja/ Destilando miel, delicado, oscuramente angelical,/ Enfrentado así contra la muerte poderosa./ Francisco Aranda Cadenas Málaga, 25 de noviembre de 2011

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