El Poeta
Agua lenta en el cauce de las palabras,
Humedeces toda nombradía con saliva de tu boca.
¡Mira, qué el infinito es un sueño!
¡Mira, qué el infinito es un acertijo!
Ahora, primavera fruteciente, se encienden
Los rostros silábicos en las avenidas
De personas y de caracolas marinas olvidadas.
Despaciosa, la noche, se apodera de los lirios
Y de los apartamentos. El carmín de sus labios
Marca las copas; nos hemos puesto de acuerdo:
A las diez en la Plaza de la Merced
Junto al vegetariano y el cartel que anuncia la ópera.
Yo estaré con cierto aire distraido, y tú llegaras unos minutos
Tarde. Los violoncellos de la noche harán el resto.
Completamente sábado, sábado en el viejo teatro romano,
Nosotros vemos pasar las muertes sumergidas en los verbos,
Y la vida con sus luces de abril mientras el alma es acariciada
Por il vento caldo que nos acompaña. Calles del no sé
Que recorremos felices como jóvenes amantes,
Bares de la madrugada y perros vagabundos
Que se dejan acariciar. Todo es nuevo, nada es como entonces
Cuando el tierno amor carecía de sabiduría. Hoy
permíteme, amor, que responda a tus preguntas
Con la sed íntima de un beso... ¿Y la ciudad?
Los pájaros de la madrugada no abandonan las copas
De los árboles del jardín, nosotros seremos nuevamente
El alba con alegres campesinos en el corazón
De regreso ya de la jornada.

Francisco Aranda Cadenas

Málaga, a 25 de marzo de 2011

1 comentario:

  1. Interesante como siempre tu poesia, pero hoy me quiero detener en un par de palabras que me sonaron diferentes y me agradaron: nombradia y fruteciente.Que tengas buen finde Francisco!

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