Y fue que me nombraste, y fue la primavera de las luces.
A veces yo también te nombro entre las buganvillas rosáceas,
Cuando el semblante del ocaso recoge su velamen.
Yo te he nombrado por encontrarme contigo
En un espacio simbólico al menos... Te he nombrado
Por insuflar en mi corazón una razón de amar.
Tus ojos de mediterráneo encendido me han interrogado,
Han desvelado mi deseo. Cuando cada una de las letras
De tu nombre habiten mi carne y mis vísceras,
Me acercaré hasta ti con la tierna elegancia que mereces.
En mi desván vacío habitan rumores del viento, una claridad
Diáfana como tus manos delicadas y sencillas.
Y fue que me nombraste, y fue que te nombré, y fue la primavera de las luces.
Francisco Aranda Cadenas
Málaga, a 23 de enero de 2011
Precioso poema.
ResponderEliminarLlenos de frescos sentimientos. Ha llegado a mi corazón.
Un abrazo,
maría
Tan sincero y elegante...
ResponderEliminarMaravilloso,
Yoryi
Encantador Francisco, sencillamente encantador...
ResponderEliminarCuánto más lo leo más encantador me parece,
Yoryi