El Poeta

EL VIOLINISTA SOBRE EL TEJADO DE ZINC CALIENTE

A Margarita, asidua de las Noches Bohemias y a nuestro querido Ricardo, violinista cubano.

La noche cubana ha besado el patio de la casa.
Entre los mezquites, un pequeño escenario,
Una luna, un monte nevado, una estrella.
Esto es México, diverso y colorista,
A las dos de la mañana en la Ciudad de Obregón:
Calle Zacatecas, entre Allende e Hidalgo.
Ricardo no sabemos si declama, improvisa, interpreta
O si sencillamente contempla los ojos tiernos de Margarita,
Cercana al can que dormita ajeno al canto y a la farándula.
Todo se ha poblado de versos en el entretiempo
De un pasodoble español y de una ranchera mexicana,
Mientras camina el violinista sobre la cuerda floja
De su nostalgia caribeña... 'Ah, Margarita,
Devuélveme a La Habana Vieja' piensa
Ricardo, con su vilolín como cuchillo que corta
las toronjas, y éstas se derraman
-Trino agridulce de sangre-
Sobre la fuente acomodada en el patio. Platican ahí
Las personas cuando el coro de las cien palabras
En 'Si Mayor' deja vencida su última nota
Al pie de las horas subterráneas.
Pero ésta no es una casa imaginaria,
Ni los pentagramas son imaginarios,
Ni la lengua de diciembre con su neblina,
Ni los ladrillos de adobe, ni las sillas plateadas
Son imaginarias al igual las nubes que pasan,
Dulcificadas por un violín guajiro trenzado
De guajacas... Margarita es la tierra
Del prestidigitador errante, porque
Es hermoso encontrase, ya que nadie
Quiere estar solo.

Francisco Aranda Cadenas

CD. Obregón, diciembre de 2008

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