Nunca podremos recomenzar el día, aunque sea transformada
De vez en cuando la memoria de lo acontecido, y así
Es que no sé si vi de pronto un caballo o una bicicleta
Recorriendo la mañana por la orilla, ni recuerdo si era niño
U hombre, y me importa esa mar que no fue mar tal vez
Sino valle o fronda o río, pero me importa por saber
De aquella transparencia, más que nada por volver a revivirla.
Nunca podremos recomenzar el día, ni sabremos del atardecer del día,
Ni la noche será nombrada hasta llegada la noche.
Francisco Aranda Cadenas
Málaga, a 23 de noviembre de 2012
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