Agregar una mujer al paisaje -barro encinta-,
agregar un hombre a la calle, despojarlos
de cuanto en ellos es derrota y cansancio.
¿Acaso no es necesario acercarse a la alegría
desde todos lados? Cuanto hay de vida
en ellos es sencillamente vida, y aunque
cuentan con la muerte, esa impenetrable
astuta, han aprendido a caminar. Una mujer
y un hombre, sin abismos ni cláusulas
de seguros, ahí mismo donde el aire, donde
la luz, frente al sol íntimo, no son nada
y sin embargo, con los meses y los años
que trascurren, ellos se amanecen cada día,
se mezclan, se entrelazan... Agregar
mujeres y hombres al paisaje es como estar
en medio de una torrentera de voces, una cascada
de palabras; son muchos los gestos, muchas las miradas,
una sinfonía que corteja los espacios, el deseo de ser
frente a la nada.
Francisco Aranda Cadenas
Málaga, a 3 de octubre de 2013
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