El Poeta
Cómo adivinar en los ojos de la noche
Una razón de amor, una verdad contenida
En una botella arrojada al mar, un don
Preciado que habita en los cabellos.
Cuando en los cármenes se escuchan
Los silencios, y tu boca -a veces tan lejana-
Como un clavel se abre no a la tibieza,
Empieza entonces a despuntar el alba,
Se despereza nuestro pequeño mundo
De ausencias y presencias con retraso
De tren venido del norte a media luz.
Cómo no querer adivinar si uno presiente
Un lecho amable donde los cuerpos húmedos
Se desprenden de la carne hasta los huesos.

Brotó la luz, brotó un cielo, de mi piel a borbotones
                                                                              Brotó la sangre.


Francisco Aranda Cadenas

Málaga, agosto de 2011

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