Cuando las rutas se abren a lugares remotos,
/Y la vida es una fruta redonda y madura,/
Y los sueños no se disipan delirando sabiamente,/
Cuando la mar deja su saliba dulce en la playa/
Siento que el mundo, a la sombra de los naranjos,/
Es más hermoso y terrible si es todavía septiembre./
Fugaz como un trino lejano en la mañana, mi nombre/
Se ampara en una nube que no ha de llorar,/
Mientras los cauces de los ríos se embriagan/
De sombras y de voces acuosas registradas/
También en un libro de viajes./
La rosa de los vientos se afirma en la montaña,/
Donde el espliego y el tomillo, el romero y la jara/
Vienen y van dejados llevar por el aire fresco,/
Que rezuma vides y aldeas ancestrales.
Francisco Aranda Cadenas
Málaga, a 3 de septiembre de 2011
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